Hoy es el día 6 de Junio del año de 2012. Salgo a una nueva aventura,
quizás la de mayor compromiso hasta el día de hoy.
Llevo en la espalda una mochila con varios cambios de ropas; chinelas,
que simbolizan que estoy en Rio de Janeiro; cuaderno; bolígrafo y una cámara
que me ayudarán a componer mi diario.
Además de todas esas cosas materiales, llevo conmigo las herramientas
más importantes: coraje, fuerza, amor, esperanza y, sobre todas las cosas,
ganas. Ganas que nunca perdí desde el primer día que nació esa idea en mi
cabeza.
Fue un largo proceso, de seis meses construyendo y destruyendo, para lo
que finalmente tendrá inicio hoy.
Es importante que sepan que mis días en las calles de esta ciudad
comenzaron ya hace un tiempo, con algunas visitas a compañeros que viven en las
calles. Los conocí en el acampamiento
del movimiento OcupaRio, en la plaza de Cinelândia, el año pasado.
La última visita fue ayer, cuando confirmé a mí mismo que sería hoy el comienzo de mi intervención.
La mochila ya viene pesada, son las 15h36 y busco un lugar donde pueda
acceder al internet. Paso por Largo da Carioca y entro en el Centro Cultural
del banco “C” para tomar agua. Subo al primer piso y encuentro con un personaje
conocido, el Chile.
Chile es un artesano de unos 30 y pocos años. Nunca tuvimos una larga
conversación, ya que la gran mayoría de las veces que nos encontramos, él está
borracho y sin ganas de hablar de su vida.
Chile está acompañado de otros dos artesanos. Los saludo y pido permiso
para dejar mi pesada mochila con ellos mientras voy a tomar agua.
En el bebedero, me acuerdo que una vez mi hermano Emilio (que también
vive en Rio) me cuenta que en la Casa Francia Brasil hay computadoras con
internet gratuita. Vuelvo a recoger mi mochila y pregunto a Chile y a sus
compañeros donde queda la Casa, a lo que me responden que no saben. Les
pregunto si conocen un lugar cerca desde donde pueda acceder a una computadora con
internet gratuita. Ellos me indican el Museo de la Justicia Federal, en el
segundo piso. Llego caminando al lugar
que queda cerca y pido a la joven de la recepción una computadora. Ella me pide
que haga un registro en el cuaderno y su compañero me lleva a la computadora.
Mientras intento ingresar en mi blog, facebook, twitter y mail, la computadora
se traba. Pregunto a la joven porque pasa eso y ella me explica que las computadoras
solo sirven para pesquisa. En este momento pienso que últimamente mis pesquisas
más profundas fueron a través de facebook, twitter y mail. Apagué la
computadora y me fui.
Llego a la Casa Francia y veo que las dos únicas computadoras están
ocupadas, sin embargo rápidamente una de ellas se desocupa. Entro a mi facebook, twitter, email y blog y logro comunicarme con mis
compañeros del proyecto. Les informo que estoy en la PISTA.
Son las 18h y, por más que hubiese intentando olvidar el almuerzo, el
cuerpo insiste en recordarme. Estoy, como se dice por acá, “lleno de hambre!”.
Patricia, compañera en el proyecto, me llama a informar que tengo que
estar en una reunión 18h30 para presentar el proyecto. Llego 19h...
Definición de la reunión:
1) Un grupo de artistas y productores culturales debatiendo= bien
1) Un grupo de artistas y productores culturales debatiendo= bien
2)
Un grupo de artistas,
productores culturales e intelectuales debatiendo= ok 3) Un grupo de artistas,
productores culturales e intelectuales debatiendo conceptuación de logística=
ai! 4) Un grupo de artistas,
productores culturales e intelectuales debatiendo conceptuación de logística
para un movimiento social= bueno, en otra ocasión!
Salgo caminando, yo, mi mochila y mi hambre. Los tres juntos en dirección a la
cafetería donde regalan pasteles.
Esperando a los pasteles, me encuentro con Gil y Fran, dos compañeros que también participan en el proyecto conmigo. Charlamos, cogimos nuestros pasteles y salimos cada uno a un rumbo diferente.
Esperando a los pasteles, me encuentro con Gil y Fran, dos compañeros que también participan en el proyecto conmigo. Charlamos, cogimos nuestros pasteles y salimos cada uno a un rumbo diferente.
Son las 20h22 y estoy saliendo a buscar mi cena. El destino es la Plaza
de los Profesores. Hace algunos días, me habían contado que en este lugar,
cerca de Cinelândia, las cosas estaban complicadas para que la población de
calle cogiese su comida, regalada por las ONGs. Eso se dio a partir del momento
en que pusieron guardias para maltratar a los habitantes de la calle.
Llegué con cuidado a la plaza y vi poca gente. Mientras iba a otro punto
de comida, me encuentro con Sol y Diego, una pareja de jóvenes.
Sol debe
tener unos 15 años y Diego unos 20. Ellos acaban de perder a un hijo antes de
nacer. Sol me cuenta de la pérdida; ella no parece angustiada, sin embargo
evita hablar sobre el asunto. Diego hoy parece triste y cansado, pero sigue la
conversación sobre otros temas.
Diego va a recoger palomitas de maíz, una vez que el vendedor de
palomitas regala sus sobras a la gente. Él llega con dos bolsas de palomitas y
nos regala a todos.
Comenzamos
a comer nuestras palomitas y escuchamos un grito que avisa que la comida acaba
de llegar. Todo el mundo corre hacia el carro y, en un gesto rápido, los creyentes
de la ONG nos entregan sus marmitas, nosotros los no creyentes o los que hemos
dejado de ser para creernos en nosotros mismos.
Apenas acabamos la cena, caminamos hacia el Museo de Arte Moderna a
acostarnos y dormir. En este momento, sin embargo, hay un evento en el museo,
por lo cual no podremos dormir allá.
Cruzamos a un parque atrás de un aparcamiento e intentamos dormir allá. Diego
y Sol ya están durmiendo y yo intento concentrarme en el sueño y
desconcentrarme en las ratas que corren cerca de nosotros y quieren llevar
nuestras palomitas.
Voy a acostarme en otro lugar, las ratas no me dejan dormir y no sé que
horas son. Busco salir de allá caminando rumbo al lugar que llamamos de Castelo.
Llego al lugar y encuentro un espacio para acostarme. Busco un cartón y en el
medio de la multitud de personas, caigo en el sueño….
Mi primer
día en la “pista”.
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